El estrés en el trabajo en un puesto de ventas
MINUTOS DE LECTURA
MINUTOS DE LECTURA
El trabajo en ventas supone una presión constante por los resultados, las expectativas de los clientes, el plan mensual que empieza a agotarse ya al segundo día… Todo ello hace que el estrés en el trabajo de ventas se convierta en algo cotidiano. Y aunque muchos comerciales lo gestionan muy bien, con el tiempo incluso las personas más motivadas pueden sentir cansancio, frustración o agotamiento.
Este artículo no pretende asustar a nadie, sino mostrar que el estrés no es una debilidad, sino una reacción natural del organismo. Y que se puede, e incluso se debe, tratar.
Objetivos, planes, KPI: estas palabras son el pan de cada día en el trabajo de un comercial. Incluso si alcanzas tu objetivo, al día siguiente comienza una nueva partida. Para algunos es motivador, para otros agotador.
El contacto con los clientes es una incógnita constante. Un día te encuentras con una persona abierta y decidida, y al día siguiente con alguien que no quiere escuchar, se enfada o descarga su frustración en ti.
Correos electrónicos, llamadas, CRM, reuniones, seguimientos… Todo «ya». La falta de espacio para respirar conduce al agotamiento.
La falta de normas claramente definidas, la comunicación poco clara con los superiores, la sensación de que «tienes que arreglártelas solo»… Todo ello aumenta el estrés.
La competencia sana puede motivar, pero cuando se convierte en comparaciones y tensiones malsanas, tiene el efecto contrario.
Aunque el estrés puede actuar a veces como un estímulo, su forma crónica conlleva consecuencias reales, tanto para la salud como para el rendimiento profesional:
En lugar de centrarte solo en el plan mensual, divídelos en objetivos más pequeños. Recuerda dejar espacio para las sorpresas, ya que estas siempre aparecerán.
5 minutos sin el teléfono, respirar junto a la ventana, dar un breve paseo por la oficina: permítete un momento para resetearte. No es una pérdida de tiempo, es una inversión en eficiencia.
No tienes que ser un «soldado en el frente». Habla con tu equipo, con tu superior, con alguien externo, incluso una sola frase como «hoy tengo un día difícil» puede quitarte parte del peso.
Intenta no llevarte el estrés del trabajo a casa. Encuentra rituales para terminar la jornada laboral: un paseo, tu podcast favorito, deporte, cualquier cosa que te ayude a desconectar mentalmente.
Dormir, moverse, comer: fundamentos que a menudo ignoramos. Pero el cuerpo y la mente están indisolublemente unidos. La regularidad proporciona una sensación de seguridad y tranquilidad.
No esperes solo a las bonificaciones. Aprecia cada tema cerrado, cada conversación exitosa, cada comentario positivo. Esto fortalece la resistencia mental.
Aunque cada uno de nosotros debe cuidar de sí mismo, las organizaciones también influyen en el nivel de estrés de los empleados. Una comunicación clara, el apoyo en situaciones difíciles, la apertura al diálogo y la ausencia de una cultura de «sobrecarga silenciosa» contribuyen a crear un entorno de trabajo saludable.
Los líderes de ventas no solo deben medir los resultados, sino también fijarse en las personas que hay detrás de ellos.
El estrés en el trabajo de ventas no es un signo de debilidad, es una reacción normal a una gran presión. Lo más importante es saber reconocerlo y reaccionar antes de que se convierta en algo cotidiano. Se puede trabajar de forma eficaz sin quemarse. Y realmente se puede cuidar la salud mental incluso en un entorno exigente.
Porque, al fin y al cabo, un buen comercial no es aquel que «aguanta todo», sino aquel que conoce sus límites y sabe cuidarse.